Hacía mucho que no escribía. Quizás porque andaba con sequía de escritor.

Bah, en realidad, no tenía ideas para escribir, ni ganas. Se me habían acabado las cosas para decir.

Estaba vacía de contenidos, de ganas, de ánimos, de sueños, de poemas, de flores para escribir.

El río que siempre corría todos los miércoles se había secado.

La lluvia no venía, los árboles, tan llenos de hojas de ideas, se habían ido muriendo.

Las flores, siempre llenas de mariposas, abejas,  hadas y otras almas voladoras, estaban marchitas y sus aromas apagados.

El pasto, que antes refulgía de todos colores, estaba gris, sin vida.

Hasta hoy.

Algo hizo click adentro de mi cerebro y mis neuronas dijeron que había que trabajar de nuevo, que despertaran a las musas, que las ninfas volvieran a regar el bosque, que las náyades volvieran a poblar el río de ideas, que las hadas, las mariposas, las abejas y las almas voladoras despertaran a las flores dormidas.

Los árboles levantaron sus ramas y sus hojas llenas de ideas comenzaron a reverdecer, en pequeños brotes, poblando de hermosos pimpollos la vista hasta el horizonte.

El pasto volvió a tener colores, aromas, texturas, las ideas se empezaron a tejer de nuevo, en un mar torrencial de cosas sin sentido.

De repente, todo estaba vivo otra vez.

La brisa, el pasto, el río, los seres mágicos, los reales, las flores, todo.

Como una cascada de emociones, llena de palabras sueltas, comenzaron a surgir estas líneas.

Siento que el otoño no me ha vencido aún, que el frío venidero del invierno no me va a ganar.

Tengo muchas ideas, sensaciones, emociones, historias, seres hermosos que quiero traer a la vida y plasmarlos en palabras. Aun están todos enmarañados, como un ovillo enredado en el fondo de una canasta.

Quizás pueda hacerlo realidad. Quizás no hoy, ni la semana que viene, pero ahí están los brotes de nuevo. Como si fuera primavera. Como si la vida esperara el tiempo exacto en el que las cosas deben suceder.

Y quizás así deba ser.

Las musas se han quedado dormidas de nuevo. Las ninfas reposan debajo de las hojas nuevas de las flores, las náyades descansan a la orilla del río. Las mariposas han cerrado sus alas y las abejas han vuelto a su panal. Las hadas toman aguamiel con los duendes mientras saben que he vuelto, para molestarlos, acompañarlos y pedirle favores de nuevo. He vuelto a escribir.

Hasta el próximo miércoles. Que puede ser dentro de una semana. O no.