Empecé mi semana con una cancioncita que no me podía sacar de la cabeza… Dice algo así como “Para la libertad, sangro, lucho y pervivo… Para la libertad, mis ojos y mis manos…” Me estuvo rondando un rato largo, hasta que decidí escucharla completa… y me di cuenta que era algo interesante plantearse qué es la libertad.
Por eso, le pedí a varias personas que me dieran su punto de vista y recibí cosas muy interesantes. Algunos conceptos fueron explicados con canciones; otros con ideología muy marcada (“Seremos libres cuando el capitalismo no nos domine”; “Viva la anarquía”); otras ideas fueron un poco más místicas si se quiere (“Libertad es igual al no condicionamiento”; “Es un estado de conciencia. Hay mucha gente en este mundo que es prisionera de sus limitaciones”); también ideas relacionadas con un estilo de vida (“Tiene que ver con no responder a lo que el entorno te demanda, y tener la capacidad de seguir tus instintos sin sentir remordimientos”)… Llegué a la conclusión de que todos estos conceptos o ideas tienen una sola cosa en común: es la libertad vista desde lo individual, desde lo que somos como personas físicas, únicas e irrepetibles… Pero… ¿qué pasa con la libertad como masa? ¿Cómo pueblo, como sociedad, como mundo, como universo?.
¿Dónde radica la libertad de un pueblo y se somete la de otro? ¿Cómo unimos la libertad individual con la libertad en común?
¿Renunciamos a algo por la libertad? ¿A qué?
¿Qué pasa cuando mi libertad queda supeditada a otras cosas o a otras personas?
Libertad en relación al amor, a los pensamientos, a la ideología, a los valores…
¿Antepongo mis deseos y mis necesidades a mi propia libertad? ¿Libertad entendida desde dónde? ¿Qué pasa cuando mi libertad vulnera otras cosas? ¿Cuando se contradice con mis deseos?
¿Y cuando mi libertad es diferente a la del otro?. Por ejemplo, libertad de amar. Si yo digo, creo, pienso que soy libre de amar sin restricciones, sin dueños, sin límites, ¿Qué pasa con la otra persona para la cual la libertad es poder elegir estar sólo con una persona y nada más? Si el concepto del otro es la libertad bajo la fidelidad en el amor, pero yo no creo en ese concepto, porque me considero libre para amar, ¿qué pasa con esa libertad? Claro, el otro tiene la libertad de quedarse o de irse. Pero, ¿realmente es libre de elegir? ¿O queda a merced de la libertad amorosa que yo profeso?
¿Qué pasa con la libertad y el respeto hacia el otro y hacia la comunidad donde vivo?
Surgen mil preguntas y mil ideas, pero ante una sola pregunta, no hay una sola respuesta, sino que la respuesta va a depender enteramente de quien la responda. Voy a hacer el modesto intento de responder aunque sea, algunas de las preguntas mencionadas.
Como me faltaba un marco teórico que organice mis ideas, volví a leer a John Stuart Mill, filósofo inglés que en 1859 escribió el ensayo “Sobre la Libertad”.
Para Mill, (y es un concepto que realmente comparto), la libertad de una Nación, queda supeditada a la tiranía de la mayoría, que “es la voluntad de la porción más numerosa y activa del pueblo, de la mayoría, de aquellos que consiguieron hacerse aceptar como tal mayoría”. O sea, yo, como individuo, me someto voluntariamente a lo que el resto de la población eligió como correcto. No importa si me gusta o no, si comparto la ideología o no, la mayoría decidió y lo acepto. Punto. Mi libertad queda supeditada a las reglas morales o leyes reales que define esa mayoría. Aquí se respondería de manera parcial una de las preguntas que planteé al principio: para obtener mi libertad (económica, social, moral y de seguridad) renuncio a protestar contra mis gobernantes a cambio de que lo que considero esencial para mi vida sea protegido. En un ejemplo: me gobierna un Estado liberal, que de alguna manera me asegura con sus leyes que si trabajo, voy a recibir una remuneración acorde y se cumple; que si sufro un atentado contra mi propiedad privada, quien lo hace va a recibir efectivamente un castigo (porque para eso me rompo el lomo, el otro que labure también, ¿no?), entonces, puedo dejar pasar ciertas cosas que se contradicen con mi ideología de que todos tengamos la posibilidad de poner un plato de comida en la mesa. Es el sálvese quien pueda, me hago cargo y responsable sólo de lo que me pasa a mí y a mis allegados más importantes. Otra vez es la libertad totalmente individualista.
¿Es válido que mi libertad sea condicionada por agentes externos? ¿Sigue siendo libertad? Pues creo que no. Si mi libertad de decidir en cualquier ámbito de mi vida, queda bajo la sombra de lo que decide la tiranía de la mayoría, con sus reglas, sus leyes, su modo de ver la vida, su ideología específica y definida, entonces no soy libre. Puedo decidir sobre algunos aspectos de mi vida, pero NO SOY LIBRE. ESTOY CONDICIONADA.
Ahora bien, el que pertenece a esa tiranía de la mayoría, está chocho. Se siente más libre que nunca, y ¿cómo no se va a sentir libre, si eligió lo que está acorde a sus principios, ideales, estilo de vida?. Y no me refiero sólo al liberalismo. Me refiero a cualquier tipo de gobierno, comunista, neoliberal, socialista. Sigue siendo tiranía de la mayoría.
Entonces, ¿qué sería la libertad?. Es una utopía, me dijeron también cuando pregunté. Es una ilusión, algo que no existe en realidad. Es inherente al ser humano, digo yo.
No podemos ser libres enteramente. No podemos pisotear a otros con el concepto de libertad cuando es ajeno a su historia.
Entonces…
La libertad no existe.
Así de simple. Tenemos algo que podríamos llamar “capacidad de tomar decisiones”, pero no somos libres. Estamos condicionados por nuestra historia, por nuestra naturaleza, por nuestros pares, por el Estado, por las leyes, por las normas, los valores. Podemos decidir qué queremos ser, pero no podemos decidir hasta dónde llegar, porque los espacios de poder que nos rigen desde el Estado, las corporaciones, la sociedad, nos limitan.
Mill dice también en el mismo ensayo: «Para aquello que no le atañe más que a él, su independencia es, de hecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su espíritu, el individuo es soberano». Hermosa frase, pero que no es real. No podemos decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestro espíritu, sobre lo que nos atañe. No tenemos esa soberanía. Quizás podamos decidir hasta cierto punto, pero el sólo hecho de que alguien juzgue al otro por ser diferente ya no es soberanía absoluta, porque el otro me condiciona. Y me condiciona a sentir vergüenza por mi orientación sexual; rabia por que critica mi ideología; temor por mi género; violencia porque atenta físicamente contra mí.
La Anarquía no es libertad, porque representaría el ideal para unos pero no para otros. Poder comprar dólares, viajar al extranjero es libertad para unos, pero no para otros. Poder comprarse ropa cara, perfumes y zapatos, será libertad para unos pero no para aquellos que no comen todos los días. Libertad para los poderosos no es la misma libertad que para los desplazados, marginados, olvidados, empobrecidos. Acá y en cualquier parte del Universo.
La libertad se construye entre todos, bajo premisas que nos representen lo mejor posible. Pero siguen siendo premisas que estipula, define y regula la tiranía de la mayoría.
No hay respeto ni consideración si las leyes que protegen a unos no protegen a otros. No hay libertad si los derechos de un pueblo avasallan a otro en beneficio de una supuesta libertad democrática.
Creo que el concepto de libertad es demasiado utópico. El deseo de libertad es algo inherente al ser humano, nacemos, crecemos y transitamos la vida adulta buscando ser libres. Ser libres de la responsabilidad de trabajar; de criar hijos; de pagar cuentas…
Antes que plantearnos ser libres, creo que deberíamos plantearnos mejorar los derechos de todos. Proteger los derechos de un trabajo digno; de un sueldo digno; de comer todos los días; de tener salud; de salir a la calle sin miedo a que nos asalten, violen, maten, sin diferencia de género; a que los chicos no se mueran de hambre, por drogas o en una guerra ridícula; a que todos podamos proyectarnos más allá de lo que nos enseña la escuela o la universidad; a poder pensar diferente; a ser respetado por cómo siento la sexualidad y el amor. Cuando esos derechos sean efectivamente respetados y protegidos, creo que estaríamos en condiciones de hablar de libertad. Al menos, intentar un esbozo de lo que es ser libres.
Quizás mis ideas son un poco fatalistas. Quizás esté totalmente equivocada. O no.
Haya Paz, gente. ☮️
Hasta el próximo miércoles!
Namasté ❤️🙏
Fuente consultada: MILL, John Stuart “Sobre la Libertad”, 1859.
Como corolario de este blog, les dejo algunos links sobre canciones que, pienso, tratan sobre la libertad.
https://www.youtube.com/watch?v=grdTe5IZqkY
https://www.youtube.com/watch?v=IySpLNg8IE0
https://www.youtube.com/watch?v=-VY4LWOeGeU
https://www.youtube.com/watch?v=tvOZVwINzfY&list=RDtvOZVwINzfY#t=43
https://www.youtube.com/watch?v=24Y8GhHnlEw
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