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Cuadernos incompletos

mes

noviembre 2016

Cuento Corto N° 2

Venía pensando hacía bastante en esa idea.

No sabía cómo darle forma, como corporizarla y lanzarla al mundo, para que se haga letra, palabra, frase, oración, historia.

Tampoco me animaba a verla a ella a los ojos, así que trataba de entrar en el baño sólo cuando había luz natural (al parecer la luz del sol la hacía invisible a mis ojos). Si no tenía más remedio que entrar y prender la luz, invadía su espacio con la cabeza baja, los ojos casi cerrados, el corazón latiendo y rebotando en mi caja torácica, los pasos rápidos, el trámite urgente y huía lo más ligero posible. Para no verla obligada, me lavaba las manos en la bacha de la cocina.

Mi media naranja me miraba y movía la cabeza, reafirmando que estaba un poquito loca. Pero un poquito, nada más. Callate, si al final, eso es lo que te atrae de mí. Sí, tenés razón. Pero lávate las manos en el baño. No quiero, está la otra. Hacele frente. No. Bueno…

Y así eran nuestras conversaciones cada vez que tenía que ir al baño después de que el sol se desvaneciera en el cielo.

Como decía, tenía una idea y no sabía cómo hacerla nacer.

Hasta hoy.

Hoy decidí que la iba a traer al mundo, como si fuera una hija. Eso. Iba a dar a luz a mi idea.

Así que me paré en la puerta del baño, toda decidida. Miré la hora: eran las 21:17. Abrí apenas la puerta, lo suficiente para meter la mano y alcanzar la llave de la luz. Accioné el interruptor. Hizo un clic que sonó como a un trueno.

Sentí que el corazón se me iba a salir del pecho.

Me miraba los pies, duros adentro de las pantuflas negras con lunares blancos y moñito rojo.

Inhalé profundo, exhalé.

Apreté los puños.

Di un paso. Otro más.

Se abrió la puerta del todo.

Ya estaba en el baño.

Levanté la vista. Ella me iba a mirar con su azul somero. Profundo. Ya tenía la respuesta.

Caminé y enfrenté el espejo.

Cuando la iba a saludar, me di cuenta que no estaba.

No había nadie.

Ni azul, ni somero, ni profundo, ni sonrisa condescendiente. Nada de nada.

Sentí un vacío enorme.

Toda mi existencia se había esfumado.

No había nada.

Era un vacío, una idea borrada, una historia inacabada, el último capítulo sin emitir de mi serie preferida, el suspiro que un moribundo lanza antes de que sus pulmones se llenen de nuevo, la última moneda que cae de la alcancía rota, la última hoja del árb… – Me olvidé de decirte que se cayó el espejo del baño esta mañana cuando no estabas. Mañana traigo el otro.- me dijo mi media naranja.

Suspiré, algo aliviada.

Qué boluda… Yo que pensaba que por fin me había esfumado del todo…

Apagué la luz y salí del baño.

 

Hasta el próximo miércoles!!! 😉

Cuento Corto N° 1

Una vez más, ella sonrió.

Una vez más, me miró con ese azul somero y me atravesó.

Una vez más, sonrió, me miró y me dijo:

– ¿Todavía no te das cuenta?-

– No – le dije yo. – No me doy cuenta.- ya estaba enojada.

¿Otra vez con lo mismo?. Basta.

Me siguió mirando fijo, azul, someramente. Profundamente.

– Bue, listo. No sé qué es. Decime.-

– No – dijo ella. – Date cuenta sola. Ya deberías haberlo visto. Hace rato. –

Estaba encaprichada. Ella y yo. Ambas.

– No, no lo veo. Si no me decís, me voy.- le dije. Fruncí el ceño.

La miré fijo y ella me devolvió la mirada.

Nada.

Di media vuelta con un resoplido, le dije algo intraducible, apagué la luz y salí del baño.

Ella se quedó ahí, en la oscuridad del espejo, con su mirada azul somera.

Todavía no sé de qué quiere que me de cuenta.

Otra vez será. Me tengo que ir.

Chau.

Hasta el próximo miércoles! 😉

 

 

 

La Libertad

Empecé mi semana con una cancioncita que no me podía sacar de la cabeza… Dice algo así como “Para la libertad, sangro, lucho y pervivo… Para la libertad, mis ojos y mis manos…” Me estuvo rondando un rato largo, hasta que decidí escucharla completa… y me di cuenta que era algo interesante plantearse qué es la libertad.

Por eso, le pedí a varias personas que me dieran su punto de vista y recibí cosas muy interesantes. Algunos conceptos fueron explicados con canciones; otros con ideología muy marcada (“Seremos libres cuando el capitalismo no nos domine”; “Viva la anarquía”); otras ideas fueron un poco más místicas si se quiere (“Libertad es igual al no condicionamiento”; “Es un estado de conciencia. Hay mucha gente en este mundo que es prisionera de sus limitaciones”); también ideas relacionadas con un estilo de vida (“Tiene que ver con no responder a lo que el entorno te demanda, y tener la capacidad de seguir tus instintos sin sentir remordimientos”)… Llegué a la conclusión de que todos estos conceptos o ideas tienen una sola cosa en común: es la libertad vista desde lo individual, desde lo que somos como personas físicas, únicas e irrepetibles… Pero… ¿qué pasa con la libertad como masa? ¿Cómo pueblo, como sociedad, como mundo, como universo?.

¿Dónde radica la libertad de un pueblo y se somete la de otro? ¿Cómo unimos la libertad individual con la libertad en común?

¿Renunciamos a algo por la libertad? ¿A qué?

¿Qué pasa cuando mi libertad queda supeditada a otras cosas o a otras personas?

Libertad en relación al amor, a los pensamientos, a la ideología, a los valores…

¿Antepongo mis deseos y mis necesidades a mi propia libertad?  ¿Libertad entendida desde dónde? ¿Qué pasa cuando mi libertad vulnera otras cosas? ¿Cuando se contradice con mis deseos?

¿Y cuando mi libertad es diferente a la del otro?. Por ejemplo, libertad de amar. Si yo digo, creo, pienso que soy libre de amar sin restricciones, sin dueños, sin límites, ¿Qué pasa con la otra persona para la cual la libertad es poder elegir estar sólo con una persona y nada más? Si el concepto del otro es la libertad bajo la fidelidad en el amor, pero yo no creo en ese concepto, porque me considero libre para amar, ¿qué pasa con esa libertad? Claro, el otro tiene la libertad de quedarse o de irse. Pero, ¿realmente es libre de elegir? ¿O queda a merced de la libertad amorosa que yo profeso?

¿Qué pasa con la libertad y el respeto hacia el otro y hacia la comunidad donde vivo?

Surgen mil preguntas y mil ideas, pero ante una sola pregunta, no hay una sola respuesta, sino que la respuesta va a depender enteramente de quien la responda. Voy a hacer el modesto intento de responder aunque sea, algunas de las preguntas mencionadas.

Como me faltaba un marco teórico que organice mis ideas, volví a leer a John Stuart Mill, filósofo inglés que en 1859 escribió el ensayo “Sobre la Libertad”.

Para Mill, (y es un concepto que realmente comparto), la libertad de una Nación, queda supeditada a la tiranía de la mayoría, que “es la voluntad de la porción más numerosa y activa del pueblo, de la mayoría, de aquellos que consiguieron hacerse aceptar como tal mayoría”.  O sea, yo, como individuo, me someto voluntariamente a lo que el resto de la población eligió como correcto. No importa si me gusta o no, si comparto la ideología o no, la mayoría decidió y lo acepto. Punto. Mi libertad queda supeditada a las reglas morales o leyes reales que define esa mayoría. Aquí se respondería de manera parcial una de las preguntas que planteé al principio: para obtener mi libertad (económica, social, moral y de seguridad) renuncio a protestar contra mis gobernantes a cambio de que lo que considero esencial para mi vida sea protegido. En un ejemplo: me gobierna un Estado liberal, que de alguna manera me asegura con sus leyes que si trabajo, voy a recibir una remuneración acorde y se cumple; que si sufro un atentado contra mi propiedad privada, quien lo hace va a recibir efectivamente un castigo (porque para eso me rompo el lomo, el otro que labure también, ¿no?),  entonces, puedo dejar pasar ciertas cosas que se contradicen con mi ideología de que todos tengamos la posibilidad de poner un plato de comida en la mesa. Es el sálvese quien pueda, me hago cargo y responsable sólo de lo que me pasa a mí y a mis allegados más importantes. Otra vez es la libertad totalmente individualista.

¿Es válido que mi libertad sea condicionada por agentes externos? ¿Sigue siendo libertad? Pues creo que no. Si mi libertad de decidir en cualquier ámbito de mi vida, queda bajo la sombra de lo que decide la tiranía de la mayoría, con sus reglas, sus leyes, su modo de ver la vida, su ideología específica y definida, entonces no soy libre. Puedo decidir sobre algunos aspectos de mi vida, pero NO SOY LIBRE. ESTOY CONDICIONADA.

Ahora bien, el que pertenece a esa tiranía de la mayoría, está chocho. Se siente más libre que nunca, y ¿cómo no se va a sentir libre, si eligió lo que está acorde a sus principios, ideales, estilo de vida?. Y no me refiero sólo al liberalismo. Me refiero a cualquier tipo de gobierno, comunista, neoliberal, socialista. Sigue siendo tiranía de la mayoría.

Entonces, ¿qué sería la libertad?.  Es una utopía, me dijeron también cuando pregunté. Es una ilusión, algo que no existe en realidad. Es inherente al ser humano, digo yo.

No podemos ser libres enteramente. No podemos pisotear a otros con el concepto de libertad cuando es ajeno a su historia.

Entonces…

La libertad no existe.

Así de simple. Tenemos algo que podríamos llamar “capacidad de tomar decisiones”, pero no somos libres. Estamos condicionados por nuestra historia, por nuestra naturaleza, por nuestros pares, por el Estado, por las leyes, por las normas, los valores. Podemos decidir qué queremos ser, pero no podemos decidir hasta dónde llegar, porque los espacios de poder que nos rigen desde el Estado, las corporaciones, la sociedad, nos limitan.

Mill dice también en el mismo ensayo: «Para aquello que no le atañe más que a él, su independencia es, de hecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su espíritu, el individuo es soberano». Hermosa frase, pero que no es real. No podemos decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestro espíritu, sobre lo que nos atañe. No tenemos esa soberanía. Quizás podamos decidir hasta cierto punto, pero el sólo hecho de que alguien juzgue al otro por ser diferente ya no es soberanía absoluta, porque el otro me condiciona. Y me condiciona a sentir vergüenza por mi orientación sexual; rabia por que critica mi ideología; temor por mi género; violencia porque atenta físicamente contra mí.

La Anarquía no es libertad, porque representaría el ideal para unos pero no para otros. Poder comprar dólares, viajar al extranjero es libertad para unos, pero no para otros. Poder comprarse ropa cara, perfumes y zapatos, será libertad para unos pero no para aquellos que no comen todos los días. Libertad para los poderosos no es la misma libertad que para los desplazados, marginados, olvidados, empobrecidos. Acá y en cualquier parte del Universo.

La libertad se construye entre todos, bajo premisas que nos representen lo mejor posible. Pero siguen siendo premisas que estipula, define y regula la tiranía de la mayoría.

No hay respeto ni consideración si las leyes que protegen a unos no protegen a otros. No hay libertad si los derechos de un pueblo avasallan a otro en beneficio de una supuesta libertad democrática.

Creo que el concepto de libertad es demasiado utópico.  El deseo de libertad es algo inherente al ser humano, nacemos, crecemos y transitamos la vida adulta buscando ser libres. Ser libres de la responsabilidad de trabajar; de criar hijos; de pagar cuentas…

Antes que plantearnos ser libres, creo que deberíamos plantearnos mejorar los derechos de todos. Proteger los derechos de un trabajo digno; de un sueldo digno; de comer todos los días; de tener salud; de salir a la calle sin miedo a que nos asalten, violen, maten, sin diferencia de género; a que los chicos no se mueran de hambre, por drogas o en una guerra ridícula; a que todos podamos proyectarnos más allá de lo que nos enseña la escuela o la universidad; a poder pensar diferente; a ser respetado por cómo siento la sexualidad y el amor. Cuando esos derechos sean efectivamente respetados y protegidos, creo que estaríamos en condiciones de hablar de libertad. Al menos, intentar un esbozo de lo que es ser libres.

Quizás mis ideas son un poco fatalistas. Quizás esté totalmente equivocada. O no.

Haya Paz, gente. ☮️

Hasta el próximo miércoles!

Namasté ❤️🙏

Fuente consultada: MILL, John Stuart “Sobre la Libertad”, 1859.

Como corolario de este blog, les dejo algunos links sobre canciones que, pienso, tratan sobre la libertad.

https://www.youtube.com/watch?v=grdTe5IZqkY

https://www.youtube.com/watch?v=IySpLNg8IE0

https://www.youtube.com/watch?v=-VY4LWOeGeU

https://www.youtube.com/watch?v=tvOZVwINzfY&list=RDtvOZVwINzfY#t=43

https://www.youtube.com/watch?v=24Y8GhHnlEw

Just, don´t do it

Hola! Bienvenidos!!! 😀

Hoy no voy a reflexionar sobre nada personal. No les voy a satisfacer el bichito chusma 😛 . Quiero hablar sobre algo que me impactó muy profundo cuando estudiaba Yoga: son los principios de Yamas y Niyamas. Tengan en cuenta que como siempre, es mi visión, muy personal.

Los Yamas y Niyamas son los principios básicos que rigen la vida de todo yogui. Las reglas por los cuales una persona debe regirse, desde lo personal hacia afuera.

Los Yamas y Niyamas fueron explicados por el sabio Patanjali, hace muchos años, en su libro Yoga Sutras.

Los Yamas son las reglas que establecen mi comportamiento hacia otros (y se supone que viceversa, ¿no?) y los Niyamas son las actitudes hacia mí misma.

Los Niyamas son:

Saucha: es la pureza, la limpieza. Tanto física como espacial. Es decir, estar limpios, bañaditos y perfumados por fuera, pero también dejar de lado los malos pensamientos, los rencores, las envidias. Y con respecto al espacio, es mantener limpio y ordenado el lugar donde vivimos, sobre todo el lugar donde practicamos yoga. Obvio, a veces se puede y a veces no, pero no está de mas tratar de hacerlo.

 Santoshaesto es simple: contentamiento. Aceptación. Esto es lo que soy, esto es lo que tengo. No me preocupo por el futuro ni por aquellas cosas que aún no poseo. Soy feliz con lo que tengo aquí y ahora. Que no significa ser conformista, sino que es tratar no quejarse todo el tiempo de lo que nos falta, aquello que no podemos conseguir. Lo que tenga que llegar, llegará. Mientras tanto, seamos felices con lo que tenemos ahora.

Tapas: austeridad, disciplina. Yo lo relaciono también con la fuerza de voluntad y vencer la pereza. Es el principio que nos indica que debemos hacer lo que nos corresponde, que no debemos quejarnos por aquellas cosas que debemos cumplir. Pero también, es la capacidad de mantener nuestros pensamientos lo más limpios posibles y de lograr la actitud justa para poder meditar y lograr lo que se denomina Pratyahara, que es la abstracción de los sentidos, es decir, que nada me moleste, que nada me interrumpa. Quizás es uno de los conceptos más vinculados a la meditación.

 Swadhyayaes el estudio profundo y a conciencia de lo que somos. También, dedicarle tiempo de estudio y lectura a los textos sagrados. De esta manera, lograremos encontrarnos con nuestra esencia y alcanzar una mayor comprensión de los textos que los grandes sabios nos legaron, como el Bhagavad Gita.

 Ishwarapranidhana: es simplemente, creer en la divinidad. La tradición Hindú tiene un sin fin de dioses y diosas, por lo cual podemos simplemente encomendarnos a aquel que más nos represente y creer en sus designios. Es la fe en su estado más puro. Para lograrlo, podemos realizar una plegaria, encender una vela, meditar. Ojo, yo dije divinidades hindúes, pero puede ser cualquier ser superior en el que cada uno crea: Dios, la Virgen María, Alá, Yavhé, o simplemente, el Universo. Siempre nos encomendamos a alguien, de una u otra forma, ya sea desde la espiritualidad más profunda y consciente, hasta lo que decimos sin darnos cuenta, por ejemplo, «Ojalá que hoy me vaya bien», «Espero tener suerte». Si eso no es una plegaria o una oración, entonces no sé que es… Fíjense que no nombré a ningún dios o diosa, pero quizás inconscientemente, creo en la suerte o en el destino. Ustedes deciden.

Los Yamas son:

Ahimsa: No violencia. Para mí, es el principal. Es que el resume todo lo anterior. Es la no violencia hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia todos los seres de la Tierra. Es respetar al que piensa o siente diferente. Hacia mí, es entender que puedo hasta cierto punto, no me exijo (ya sea una situación física o mental); es respetar la propiedad del otro y no dañarla. Con este principio buscamos el amor incondicional, sin barreras, sin reproches, sin exigencias. Sólo aceptación y respeto.

Satyaveracidad. Decir la verdad, aunque duela o nos cause vergüenza. Ser fieles a nuestros principios (religiosos, morales, políticos). Obvio que no debe contradecirse con el anterior. Es simplemente, si algo me hace mal, me corro, me voy o lo digo. Siempre con respeto. No hace falta insultar a nadie, che. También es reconocernos a nosotros mismos como lo que somos: caprichosos, lentos, vagos, golosos, envidiosos, pero al aceptarlo, también buscar la forma de cambiar o corregir esos valores que sabemos que nos hacen mal. Acá podemos aplicar el principio de  Swadhyaya (vuelvan a leer más arriba :p ).

Asteyano robar. No codiciar, no envidiar. Ser feliz con las buenas noticias de alguien querido, pero desde el corazón. No envidiar lo que el otro tiene. Reconocer el esfuerzo que hacen los demás para alcanzar logros, personales o materiales. También no adueñarse de ideas, inventos, pensamientos o historias ajenas.

 Brahmacharyaes la continencia sensual y sexual. Sensual hacia los sentidos, no comer por gula, no dormir de más; y la sexual es simplemente, contenerse en el deseo del sexo. Para mí es la más controversial, porque creo que cada uno de nosotros tiene el derecho de disfrutar de la estimulación de sus sentidos y de ejercer su sexualidad de la manera que mejor le parezca. Siempre y cuando respetemos el principio de Ahimsa (insisto: lean más arriba!) Un ejemplo claro es si yo estoy en pareja y le exijo a la otra persona que me sea fiel, pues bien: soy fiel también. Y si estoy comiendo mi cuarto pedazo de torta con chocolate y crema y el estómago hace rato que me está pidiendo que pare, pues, dale, no comas mas…

 Aparigraha: no poseerAy… otro que es muy difícil de llevar a la práctica. Lo vinculo mucho con el apego terrenal. A las cosas y a las personas. A esos recuerdos que necesitamos verlos materializados en algo físico, como un souvenir, un pedazo de papel, un lápiz viejo; esas pequeñas cosas. O estar en una relación que sé que no me hace bien y quedarme por costumbre. Si logro despegarme de esas cosas, puedo enfocarme en el Ser, en mi espíritu. Que es lo que realmente importa, es lo que al fin y al cabo somos. Desprenderme de ese pantalón que hace mil años que no uso porque no me entra, pero que me encanta, sabiendo que alguien más pude darle mejor uso, es poder avanzar en mejorar mi alma, ser una persona que ayuda y ofrece un servicio desinteresado hacia los demás.

Después de leerlos, me van a decir que es imposible que puedan aplicarlos a todos. Y es verdad. Somos seres humanos, seres imperfectos, que todo el tiempo estamos aprendiendo, buscando mejorar en algo que consideramos malo o inútil. Tengo la creencia que si al menos fuéramos amables con los demás, la vida quizás sería un poquito más fácil. Amables al conducir; saludar cuando uno sube al micro al chofer (aunque tenga cara de perro y jamás de los jamases nos devuelva el saludo); decir «Por favor, Perdón y Gracias»; ayudar a alguien a llevar una bolsa o caja pesada; ofrecer la moneda que le falta al que está adelante nuestro en la cola del supermercado. Esas pequeñas cosas quizás para nosotros sean una pavada, pero estoy convencida que el que recibe un acto de bondad y de amabilidad, se va a acordar siempre de ese sentimiento que le transmitimos. Necesitamos volver a generar la conexión con otros humanos. No todos somos ni tan malos ni tan buenos, simplemente somos.

Quizás me tilden de idealista o soñadora, pero estos son mis principios, mis ideales. Este es el camino que decidí seguir y quiero compartirlo con ustedes. Quizás no me sigan, pero por ahí les muevo un poquito la estantería y se replantean ciertas cosas 😉

Haya Paz, gente. ☮️

Gracias por leerme. 🙂

Hasta el próximo miércoles!!

Namaste ❤️ 🙏

P/D: el título significa: «Simplemente, no lo hagas».

«Diferencias irreconciliables»

Hola!! 😀 Bienvenidos de nuevo!

Como cada miércoles, me siento en la computadora a tratar de desenredar y organizar mis ideas para poderlas iluminar. Cada vez se hace un poquito más difícil, más desafiante, porque hablar de lo que una tiene claro es muy fácil, pero aquellos pensamientos o emociones que una no sabe cómo transmitir, no están tan dibujados. Hay que ahondar muy profundo, saltearse el ego y el orgullo, afrontar que a veces las cosas que una quiere decir duelen. Pero hay que enfrentarse a ese dolor, a ese orgullo y a ese ego, para sanar lo que una tiene adentro.

Eso que duele y que está medio difuso, en mi caso, son mis hermanos. Una hermana (bastante mencionada en mi blog) y un hermano. Ambos más chicos que yo, lo que me deja en el lugar obvio de ser la hermana mayor, la que marca aciertos y errores, la que define muchas veces las expectativas de nuestros padres.

Vivimos los tres muy lejos uno del otro. Años atrás, siempre pensé que la distancia era lo más normal, lo común. Que vivir distanciados no era malo, sino todo lo contrario, porque así evitamos las peleas tontas y sólo nos enfocamos en las cosas positivas que tiene la distancia, como hablar de vez en cuando y vernos las caras a través de una red social que permite video. Pero ahora, de grande, y quizás con un poco más de experiencia en las relaciones humanas, me doy cuenta que no es bueno estar tan lejos. Ni en chiste.

Lo que me recuerda que con mis hermanos casi no tenemos gustos similares. Quizás sea porque la diferencia de edad entre ellos sea menor. Muchas veces pensé que esas son «diferencias irreconciliables». A ellos les gusta el reggae, a mí The Beatles. A ellos les interesa el cine nacional y a mí me gustan las películas de fantasía y ciencia ficción. A ellos les da igual si se mueven a pata o en bici, yo prefiero el micro o un remis. ¿Son realmente tan diferentes nuestros gustos? ¿De verdad no hay nada que nos pueda acercar un poquito?.

La vida nos puso en lugares geográficamente lejos, pero no significa que no podamos compartir una cerveza, un mate, una charla importante o sólo pasar el rato.

Ah… Entonces, sí hay cosas que nos acercan. La distancia es una de ellas. Eventos significativos como mi casamiento nos reunió bajo el mismo techo a los tres y ahí sí que no hubo diferencias. Y si las había, se borraron completamente.

Ahora las peleas añejas, las diferencias sin sentido, las palabras dichas en momentos equivocados, las actitudes infantiles cuando en realidad debíamos ser más adultos porque a nuestro alrededor todo se desmoronaba, suena tan lejano. Tan irreal. Y ya no importa.

Quizás sea momento de decirle a mi hermanita que admiro su valentía, su tenacidad, la forma en la que defiende sus sueños e ideales.

Y de decirle a mi hermano que me llena de orgullo ver que de a poco, muy a paso de hormiga, pero con convicción de hierro, va logrando cada una de sus metas.

Uh, mirá vos… Qué loco… No se los dije, pero lo acabo de escribir. Ahí está, este es el primer paso.

Entonces…

El tiempo que pasamos distanciados y peleados…

…las diferencias que parecen irreconciliables…

…las peleas no tan inocentes…

…los gustos que nos dividen e identifican…

…amigos que se comparten y amigos que no…

… sentir que una está fuera del grupo, de la burbuja dónde ellos están…

…la falta de comunicación y confianza…

 

Todo eso… en perspectiva, parece una boludes. Lisa y llanamente.

Somos grandes, adultos, tenemos una historia en común, conocemos los errores de nuestros adultos que nos anteceden. Pues… ¿qué esperamos para retomar el vínculo? Yo digo que ya no hace falta esperar, sino que es momento de que seamos hermanos en serio, como nosotros queramos, como lo sintamos, como nos salga. Que esas «diferencias irreconciliables» nos acerquen un poquito más; que esas peleas no tan inocentes se vuelvan charlas profundas y llenas de sentimientos; que los gustos que nos dividen e identifican sirvan de nexo para descubrir el mundo desde otro lado; que esos amigos que se comparten y los que no, sean motivo de reunión; que el sentimiento de no pertenecer a esa burbuja, se transforme en un desafío a superar; que la falta de confianza  y comunicación, trascienda en charlar más seguido, en intercambiar fotos de nuestras actividades cotidianas, en compartir a la distancia un mate o una cerveza, aunque nos separen cinco horas de diferencia y 15000 km.

Es lo que nos toca, hermanitos. Qué le vamos a hacer. Lo importante es reencontrarnos. Y en ese camino es donde estamos ahora.

¿A que les saqué un lagrimón? A que sí. Entonces, agarren esa cosa boba que nos estupidiza y hagan algo útil: escríbanle un mensaje a sus hermanos y/o hermanas, para juntarse hoy (sí, hoy). Tengan un momento para ustedes, ríanse, charlen, y sean hermanos. Que después de viejos somos más tercos y orgullosos.

Hasta el próximo miércoles!

Namasté ❤

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