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Cuadernos incompletos

mes

marzo 2017

Liberté*

Y esta vez lo dejé ir.

Le abrí todas las puertas y ventanas,

le mostré el camino de salida,

le barrí los zapatos para que se fuera limpio,

cambié los muebles de lugar,

tiré sus fotos y sus cartas,

dejé espacio en mi vida y en mi corazón

para empezar de nuevo.

Y qué me importa lo que digan los demás

y qué si me quedo sola,

si decido seguir mi camino como un alma libre,

volar como las palomas, altiva como el cóndor,

llena de fuerza como el águila.

Y qué me importa qué me digan que soy mujer grande

en buena hora que soy grande, hermosa, única y libre

principalmente, libre.

Lo dejé ir.

Y Cuando él se fue,

todos mis temores, mis odios, mis inseguridades,

se fueron detrás de él.

Mi casa quedó limpia, mi templo se iluminó de nuevo.

Alcé mi vista al cielo y vi que el sol brillaba.

Se fue y empecé a vivir.

 

*Liberté: Libertad en francés

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Hace unos días, alguien a quien quiero mucho, me dijo que una persona muy querida había fallecido. Esa persona estaba a muchos kilómetros de distancia, por lo que mi objeto de cariño no pudo estar a su lado.

No puedo decir que lo sentía, porque no conocí a quien dejó esta vida, pero sí me quedó algo dando vuelta y descubrí que era un dolor raro, una sensación que no era mía. Era el dolor del otro. De aquella persona a quien quiero y que no pude acompañar en este momento tan duro.

La muerte es dolorosa, solitaria, triste, fría, liberadora, cierra ciclos, completa historias, pero sobre todas las cosas, es inevitable. A todos nos llega. No importa cómo ni dónde, nos toca. Bueno sería poder decidir eso: cómo y dónde.

Soy de la creencia que nuestro cuerpo sólo es un envase temporal e imperfecto que guarda nuestra alma, nuestro espíritu, ese ser etéreo que nos une al todo, al Universo. Y que retorna a su fuente una vez que dejamos el mundo material. Es decir, nos morimos.

Es nuestra alma la que decide volver a su fuente de luz, encarna y ocupa un lugar en el mundo de nuevo. Así de esa manera sana karma, cierra heridas y sigue aprendiendo. En algún momento, será un alma pura y volverá a la la fuente original y no tendrá necesidad de volver a la Tierra, porque habrá sanado todo su karma.

Dicen por ahí, que cuando una pareja está buscando un hijo, es el alma la que decide bajar y ocupar su lugar en el útero materno. Elije a sus padres porque sabe que tienen que aprender cosas que en la vida anterior no aprendieron. Y el almita que baja y crece en el vientre de la madre, también tiene una misión que cumplir: aprender y enseñar.

Creo que cuando un alma deja un cuerpo, y aún no cumplió su dharma, regresa a la vida en otra persona: reencarna. Es el equilibrio perfecto: alguien muere y alguien nace. Siempre en un ciclo que busca balancearse.

Me gusta pensar que todos tenemos la posibilidad de volver a reencontrarnos en esta vida. Bah, en realidad en la que sigue.

Es claro que en mi utópica e inocente visión no entran muchas cosas: los bebés no buscados, los chicos que sufren hambre, que son abandonados, las madres que son demasiado jóvenes, la superpoblación, las necesidades más básicas que el mundo no cubre a millones y millones de personas. No comparto la idea de que lo malo le pasa a las almas que en una vida anterior hicieron daño y que por eso en esta vida sufren consecuencias. O sea, sanan karma que generaron en vidas pasadas.

No justifico el sufrimiento en ninguna de sus formas. Ni el sufrimiento ni la violencia, ni el desprecio, ni la discriminación ni la muerte innecesaria. Un asesinato no es la respuesta a que ese alma cumplió su meta y se reencarnará en otra vida para sanarse. Porque bajo esa idea, el asesino será asesinado en su vida futura de la misma forma en la que mató en su vida actual. No sé cual es la respuesta a este tipo de situaciones. Ojalá la tuviera. Pero creo que si realmente existiera una respuesta a esto, las muertes innecesarias se podrían evitar. Y el karma podría sanarse de otra forma. Porque siempre podemos curar nuestro karma siendo amables con los demás, dar a cambio de la felicidad del otro. Y si pudiéramos sanar nuestro karma en vidas actuales, no habría necesidad de reencarnar. Y llegaría un momento en que no habría almas para ocupar envases terrenales e imperfectos. O sea: la raza humana dejaría de existir. Vaya dicotomía, ¿verdad?.

Los que quedamos lloramos por nosotros, no por quien se fue. Lloramos porque la muerte del otro nos recuerda nuestra propia inmediatez. Es un llanto egoísta al fin y al cabo. Lloro por mí. Total, el que se murió ya no siente nada, su alma está en viaje hacia la fuente, totalmente libre.

El Universo nos junta por una razón. Y nos separa por otras tantas. En el medio, aprendemos y enseñamos la vida. Algunos tenemos más suerte. Otros no tanta. De lo que hacemos en el medio (matar, ayudar, luchar, opinar, defender a los nuestros, estudiar, trabajar, robar, mentir, violar, amar, odiar, acompañar, hacer huelga, ser de izquierda, de derecha o del centro, votar a Trump o a Hillary, entre otras ideas), depende sólo de nosotros.

Hasta el próximo miércoles!

Namasté

 

 

¿Volver atrás?🤔

Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿cambiarías alguna de tus decisiones tomadas en el pasado?

Si supieras que vas a renacer y tendrías toda la información de antemano, ¿cambiarías algo?

Me puse a pensar en eso. Qué habría pasado si en lugar de tomar los caminos elegidos, habría optado por otras vías.

Cuando era chica, siempre quise ser docente. Cuando estaba terminando la escuela secundaria, y vivía en otra ciudad, pensé en estudiar Psicología o Arqueología. Si hubiera tomado esas decisiones, no habría conocido a la gente que tuve la suerte de conocer.

No habría cruzado mi camino con mi compañero de ruta. O quizás sí. Creo que el destino ya nos había unido mucho antes de que lo supiéramos ambos. Pero habría tenido una vida muy diferente. No estaría escribiendo mi blog, por ejemplo. Sería una profesional en el campo de la psicología o formaría parte hoy de los científicos que están siendo menospreciados y desplazados.

Quizás no viviría en Argentina.

Y quizás tampoco hubiera encontrado a mis gatas. Posiblemente tendría otras. Seguro. Muchas de las decisiones que tomé terminaron por cruzarme con esos seres bigotudos y ronroneadores.

Y también me llevaron a decidir mal en su momento y hoy no me queda más que afrontar los resultados.

Sí, quizás mi vida habría sido mucho más simple, pero no habría sido la vida que hoy tengo, donde todos los días, un poquito cada vez, decido tratar de ser feliz con lo que tengo. Mi realidad hoy me permite ser feliz con lo poco que alcanzo a tener y a lograr, quizás no pensaría igual si hubiera seguido otro camino.

Y para responder la pregunta anterior, creo que no cambiaría nada. Si tuviera la posibilidad de renacer y saber cuales serían los errores a cometer, no sé si los cambiaría o corregiría. A veces pienso que en determinadas situaciones, habría actuado de otra manera. Pero, ¿y si hacer algo diferente, por más nimio que fuere, me lleva a caminos que no son los mismos?

Quizás seria bueno probar otra vida. Tomar esos caminos que antes no tomé. Quien sabe. Quizás podría ser la próxima Sigmund Freud. O descubrir la ciudad perdida de Atlantis.

¿Qué piensan? ¿Atreverse al cambio o quedarse en la zona de confort?

Hasta el próximo miércoles!!

Namasté 🙏

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