Hace unos días, alguien a quien quiero mucho, me dijo que una persona muy querida había fallecido. Esa persona estaba a muchos kilómetros de distancia, por lo que mi objeto de cariño no pudo estar a su lado.
No puedo decir que lo sentía, porque no conocí a quien dejó esta vida, pero sí me quedó algo dando vuelta y descubrí que era un dolor raro, una sensación que no era mía. Era el dolor del otro. De aquella persona a quien quiero y que no pude acompañar en este momento tan duro.
La muerte es dolorosa, solitaria, triste, fría, liberadora, cierra ciclos, completa historias, pero sobre todas las cosas, es inevitable. A todos nos llega. No importa cómo ni dónde, nos toca. Bueno sería poder decidir eso: cómo y dónde.
Soy de la creencia que nuestro cuerpo sólo es un envase temporal e imperfecto que guarda nuestra alma, nuestro espíritu, ese ser etéreo que nos une al todo, al Universo. Y que retorna a su fuente una vez que dejamos el mundo material. Es decir, nos morimos.
Es nuestra alma la que decide volver a su fuente de luz, encarna y ocupa un lugar en el mundo de nuevo. Así de esa manera sana karma, cierra heridas y sigue aprendiendo. En algún momento, será un alma pura y volverá a la la fuente original y no tendrá necesidad de volver a la Tierra, porque habrá sanado todo su karma.
Dicen por ahí, que cuando una pareja está buscando un hijo, es el alma la que decide bajar y ocupar su lugar en el útero materno. Elije a sus padres porque sabe que tienen que aprender cosas que en la vida anterior no aprendieron. Y el almita que baja y crece en el vientre de la madre, también tiene una misión que cumplir: aprender y enseñar.
Creo que cuando un alma deja un cuerpo, y aún no cumplió su dharma, regresa a la vida en otra persona: reencarna. Es el equilibrio perfecto: alguien muere y alguien nace. Siempre en un ciclo que busca balancearse.
Me gusta pensar que todos tenemos la posibilidad de volver a reencontrarnos en esta vida. Bah, en realidad en la que sigue.
Es claro que en mi utópica e inocente visión no entran muchas cosas: los bebés no buscados, los chicos que sufren hambre, que son abandonados, las madres que son demasiado jóvenes, la superpoblación, las necesidades más básicas que el mundo no cubre a millones y millones de personas. No comparto la idea de que lo malo le pasa a las almas que en una vida anterior hicieron daño y que por eso en esta vida sufren consecuencias. O sea, sanan karma que generaron en vidas pasadas.
No justifico el sufrimiento en ninguna de sus formas. Ni el sufrimiento ni la violencia, ni el desprecio, ni la discriminación ni la muerte innecesaria. Un asesinato no es la respuesta a que ese alma cumplió su meta y se reencarnará en otra vida para sanarse. Porque bajo esa idea, el asesino será asesinado en su vida futura de la misma forma en la que mató en su vida actual. No sé cual es la respuesta a este tipo de situaciones. Ojalá la tuviera. Pero creo que si realmente existiera una respuesta a esto, las muertes innecesarias se podrían evitar. Y el karma podría sanarse de otra forma. Porque siempre podemos curar nuestro karma siendo amables con los demás, dar a cambio de la felicidad del otro. Y si pudiéramos sanar nuestro karma en vidas actuales, no habría necesidad de reencarnar. Y llegaría un momento en que no habría almas para ocupar envases terrenales e imperfectos. O sea: la raza humana dejaría de existir. Vaya dicotomía, ¿verdad?.
Los que quedamos lloramos por nosotros, no por quien se fue. Lloramos porque la muerte del otro nos recuerda nuestra propia inmediatez. Es un llanto egoísta al fin y al cabo. Lloro por mí. Total, el que se murió ya no siente nada, su alma está en viaje hacia la fuente, totalmente libre.
El Universo nos junta por una razón. Y nos separa por otras tantas. En el medio, aprendemos y enseñamos la vida. Algunos tenemos más suerte. Otros no tanta. De lo que hacemos en el medio (matar, ayudar, luchar, opinar, defender a los nuestros, estudiar, trabajar, robar, mentir, violar, amar, odiar, acompañar, hacer huelga, ser de izquierda, de derecha o del centro, votar a Trump o a Hillary, entre otras ideas), depende sólo de nosotros.
Hasta el próximo miércoles!
Namasté
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